Acostado sobre un pasto casi veraniego, infinito
el sol que da en la cara, quemando despacio.
No hay absolutamente nada más,
la nada misma;
estando frente a un muro azul, precioso
con unos cuantos nubarrones juguetones
por ahí y por allá.
La verdad está a miles de kilómetros:
ya no es tema.
Y es que los peores males son meros recuerdos,
recuerdos invernales,
de hojas en la calle
de nubarrones grises y días tristes.
Hace años susurrabas en mi oído,
prometías, asegurabas el porvenir de días mejores:
supongo que te referías a esto.
1 comentario:
Camilo, me encanta leerte, y va en general.
Pero en particular este me cae como sombrero de esperanza.
No se porque ya no hablamos nada, pero es bueno leerte otra vez.
Abrazos
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