viernes, septiembre 25

SunshineRecorder

De súbito y en silencio
recordé el día de tu visita
en mi hogar, flores en el pelo
y una sonrisa en la boca
boca bella que me encanta.

Tomamos un vaso de té
(a falta de tazas)
y reímos
y charlamos
y nos quedamos mirando
expectantes y cercanos.

Luego, mi mano en tu cadera
la tuya bajo la camisa
rápida y certeras fueron tus caricias
mientras nos sabíamos cómplices
del destino siguiente.

Lo más bello del amor,
y cuando nos amamos, cariño,
es la sonrisa tuya, sobre mí
rítmica
llena
y uno que otro momento de espasmos
acompañados por una risilla.

Luego de aquello, las caricias aminoran
las miradas se enternecen
y los momentos anteriores,
explosivos y calientes,
se van atrás de escena.

Contigo sobre mi pecho
nos sinceramos y besamos.
De a poco, mi mano acaricia la mano tuya
mis pies recorren los espacios
espacios tuyos, entre pequeños pieces
blancomarfil
recorriendo en la espesura.

Quiero

Quiero.
Simplemente quiero
y esta energía que tengo
hace que quiera quererte.

martes, septiembre 22

Martes, 16:24

Conocí a Rosa, la loca de las muletas, un día Martes, a eso de las 4.

Recuerdo que andaba, con paso difícil, a través de la oruga del Transantiago
y cayó al suelo, frente a todos nosotros, pasajeros; unos mirando indiferentes, otros durmiendo. Otros de nosotros no logramos reaccionar a tiempo.

Ella tenía un vestido sucio y deshilachado, testigo de muchos años de calles.
Tenía el pelo rubio y sucio, se le estaban formando unas rastas ya.
Un olor entre a heces y a sudor, junto a flores, cubrían su frente.

Luego de recogerla entre varios y sentarla frente a la tercera puerta,
ella dejó caer una de sus muletas. La micro, silenciosa, observaba como
un pasajero se agachaba y la recogía.
Justo antes de recibirla, arrojó la otra: esa fue la gota que rebalsó el vaso.

El resto de los pasajeros la abandonó, explicando en baja voz, mientras bajaban del vehículo
que ella estaba haciendo show, jugando con ellos.

Y quedé solo.

Si tuviera que explicar por qué me quedé, no lo conseguiría: una parte de mí quería irse.
Una parte de mi quería verla sola, con sus muletas, abandonada.
Una parte de mi quería irse de aquella micro, húmeda y caliente, producto de un sol timidamente primaveral.

Pero me quedé

La ayudé con sus muletas mientras la mirada del resto de los pasajeros, los indiferentes, caían como juicios. Ella seguía arrojando las muletas hasta que, en algún momento, hizo contacto ocular pleno y directo conmigo. Desde la profundidad de sus ojos verdes me atravesó. Corrió un escalofrío por mi espalda mientras, con una voz serena y a la vez acelerada, me preguntó mi nombre. Ella me respondió con el suyo, Rosa, y si podría darle una pulsera, algo para acordarse de mi. Desde aquellas lagunas profundas se asomó un deseo muy profundo.

Caminé a mi casa, lleno de dudas y con la urgencia de escribir.
Caminé a mi casa con un agujero en el corazón, desgarrado de adentro.

Caminé a mi casa con una pulsera menos.

lunes, septiembre 14

Resulta curioso

Como algunas fragancias
impregnadas en mis ropas
impregnadas en mi piel
evocan la tuya
anhelada
lejana pero mía
piel que se estremece a mi contacto
que se eriza como la mía

Ver en los ojos de los otros
el cambio en los propios
un brillo especial en estos
que son tuyos
y tuyos como míos
llenos y grises
de madrugadas porvenir
de desvelos ya pasados

Como das cuerpo a la súplica
Como te entregas ahora y siempre

Como ahora, mueves mis dedos
vas generando rima
y esas rimas que son tu piel
tus besos
tu tacto
tu gusto
tu sexo
tu calor
tu amor y perdición
como todo eso se condensa
y sigue guiando
mi sentir
mi métrica y carencia de rima
mis manos por tu espalda.