la que hacía temblar mi verso
Pero resulta que, siquiera, eres del día la primera.
Tantas veces, pero tantas que quisiera, tantas pero tantas veces amarrar el impulso del que corre.
El que corre al redoble de las pestañas tuyas, al compás de tus pasos, al ritmo de tus caderas.
Sin embargo, entiende, por favor: si paso zumbando por al lado tuyo, espéra, que vale la pena juntos enfrentar la muerte.
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