Te veo
blanca cual blanca mano
recubierta bajo el ajustado vestido
ceñido a tu piel,
dejando poco a la ya perezosa
desempleada imaginación.
Me mirás a través del cristal
como en mampara gigante,
voyerista macabra
te entregás y no
me dejás acá, ardiendo,
extranjero a tus líneas colindantes.
Muñeca preciosa.
Títere del deseo y las bajas intenciones,
porque te deseo y no
porque te sueño
porque espero al estruendo
del escaparate abierto.
1 comentario:
Ay.
Eres terrible
y me dejas terrible con muchas cosas.
En conclusión he decidido arrancarte unos besos, de esos.
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