Hoy vuelvo a ser un fantasma en la ciudad
un eco iracundo, un vengador desempleado
no queda iniciativa para seguir luchando.
Me dejas a la intemperie
desamparado en lo salvaje
ignorante de recorridos y troncales.
Ya no tengo energías de nada.
Ya no tengo ganas de nada.
Ya no tengo nada.
Cada minuto de cada segundo que te pensé
nutrí esperanzas huecas, cegué la razón y,
en este momento, caí fulminado.
Puta mi suerte contigo. Pero te entiendo, corazón,
te entiendo.
Hoy vuelvo a ser un fantasma en la ciudad
ciudad que no te pesca si no hay billete o fama
lástima que, escaso de ambas, estoy lleno en penas
penas del rojo, penas del alma
Y puto proverbio en la pared
ríe y el mundo reirá contigo
llora y llorarás solo.
Cierras las puertas a entradas horas de la noche
en mala hora, en mala luna, en mal momento
quedo destrozado bajo toneladas de palabras
pocas la verdad, más no su intención ni contenido:
me han dejado herido las negaciones y, contra mis réplicas,
la razón es dura en contraposición al escuálido (por la mierda, justo ahora) corazón.
Puta mi suerte contigo.
De mala gana me voy del sitio
sin comprender cómo fue que mi palabra quedó sepultada bajo la tuya
como David y Goliat, como perro grande contra perro chico.
¡Puta que estoy choriao!