viernes, enero 1

Del deseo

No estoy hablando de esa hambre loca de alguien a quien no conoces.

Hablo del tiempo pasado y futuro, planteado en el presente,

conservado como colección de escarabajos en ámbar

de recuerdo amarillo, postal vieja.


Hablo de proyecto de vida,

tuya y mía,

de un quehacer eminentemente político para con el otro,

donde cada caricia y cada mirada

van construyendo, honesta e irrefutablemente,

algo hermoso y anhelado.


Hablo, ahora, de esa hambre loca de alguien a quien no conoces

(relativamente bien, al menos):

del deseo, del puto, arrollador e inconsciente deseo.

de ese que moviliza desde lo más profundo

de ese que motiva y mantiene viva la ambición de consumir a otro.

De ese bello e, aunque no quiera, incontrolable deseo.


Hablo, franca y honestamente,

como uno de aquellos tantos fulanos que,

andando por la calle / esperando el colectivo

mirando por la ventana en clases / o tan sólo pasando el rato entre tus piernas,

caen flechados y rendidos ante algo mucho más fuerte:

del puto, arrollador, santo e inconsciente deseo.


1 comentario:

Cristo Pérez dijo...

hacen falta esas tertulias