sábado, enero 9
Espérame
a esa piel morena tuya, a golpes de sol y de agua
a lo salado de tus labios en los días de verano
a tus cabellos claros, a ojos profundos
en cada kilómetro andado
pasando cada río
cada quebrada
cada ciudad
y cada mirada
me recuerdan a ti
a los besos que me encienden de forma bucólica
a los abrazos que queman como piedras al sol norteño
a cada uno de los momentos que recuerdo
y que amparan, de alguna forma inconclusa,
el sueño en que no te tengo.
Espérame.
viernes, enero 1
Del deseo
No estoy hablando de esa hambre loca de alguien a quien no conoces.
Hablo del tiempo pasado y futuro, planteado en el presente,
conservado como colección de escarabajos en ámbar
de recuerdo amarillo, postal vieja.
Hablo de proyecto de vida,
tuya y mía,
de un quehacer eminentemente político para con el otro,
donde cada caricia y cada mirada
van construyendo, honesta e irrefutablemente,
algo hermoso y anhelado.
Hablo, ahora, de esa hambre loca de alguien a quien no conoces
(relativamente bien, al menos):
del deseo, del puto, arrollador e inconsciente deseo.
de ese que moviliza desde lo más profundo
de ese que motiva y mantiene viva la ambición de consumir a otro.
De ese bello e, aunque no quiera, incontrolable deseo.
Hablo, franca y honestamente,
como uno de aquellos tantos fulanos que,
andando por la calle / esperando el colectivo
mirando por la ventana en clases / o tan sólo pasando el rato entre tus piernas,
caen flechados y rendidos ante algo mucho más fuerte:
del puto, arrollador, santo e inconsciente deseo.