Y las palabras vacilan. El fuego baila en la hoguera. El humo rodea mis manos y la pipa.
El tiempo reduce, se achica, encoje
Encoja como la ropa mal lavada
Y el cambio se ve inminente, más estático, como una pintura apocalíptica
un designio profetizado y temido
Aleja de mí el sueño
La soledad
Hoy tan oscura. Dime cosas inteligibles al oído. Yo escucho.
un designio profetizado y temido
Aleja de mí el sueño
La soledad
Hoy tan oscura. Dime cosas inteligibles al oído. Yo escucho.
Yo escucho
Corre el perseguidor, detrás del contrapunto, a pies de la semifusa y se pregunta "por qué"
Corre el perseguidor, perseguido, acechado perseguidor
Allá en el fondo,
en la boca negra,
boca de lobo
negra boca negra de las súplicas
de los santos y los sollozos.
Concédeme el último deseo: sobrevivir a la noche, a la perdición
encontrar puerto seguro entre la niebla
Avanzo y avanzo. Doy vueltas pero nada. Y en la luz difusa de los reflectores oigo la resonancia, los parlantes resuenan y emprendo, en un mástil, vibran alrededor mío, gimen cuerdas. Y vuelvo, reconozco de manera equivocada; un acorde, la perdición.
Buena volada, dices.
Y asiento.
Con la cabeza enorme, pesada, asiento.
Concédeme el último deseo, sobrevivir a la noche, al humo entre mis dedos.
A ratos brilla la lírica, a ratos lo hace.
Y es, en ese momento, eternidad, del mismo material que el olvido
se difuminan y se condensan, un último estallido.
ES sobrevivir al humo entre los dedos.
Al humo entre los dedos.
Al humo.
Entre los dedos y la pipa.
Al humo entre los dedos.
Corre el perseguidor, detrás del contrapunto, a pies de la semifusa y se pregunta "por qué"
Corre el perseguidor, perseguido, acechado perseguidor
Allá en el fondo,
en la boca negra,
boca de lobo
negra boca negra de las súplicas
de los santos y los sollozos.
Concédeme el último deseo: sobrevivir a la noche, a la perdición
encontrar puerto seguro entre la niebla
Avanzo y avanzo. Doy vueltas pero nada. Y en la luz difusa de los reflectores oigo la resonancia, los parlantes resuenan y emprendo, en un mástil, vibran alrededor mío, gimen cuerdas. Y vuelvo, reconozco de manera equivocada; un acorde, la perdición.
Buena volada, dices.
Y asiento.
Con la cabeza enorme, pesada, asiento.
Concédeme el último deseo, sobrevivir a la noche, al humo entre mis dedos.
A ratos brilla la lírica, a ratos lo hace.
Y es, en ese momento, eternidad, del mismo material que el olvido
se difuminan y se condensan, un último estallido.
ES sobrevivir al humo entre los dedos.
Al humo entre los dedos.
Al humo.
Entre los dedos y la pipa.
Al humo entre los dedos.
3 comentarios:
Lindo, Liked it!
A veces me enredo... pero vuelvo : )
Me gusto el toque de: Buena volada, dices.
Ves que si te leen?
Me gusto la imagen del tiempo que se encoge :)
Y le encontre razón a la Vale, está un poco laberintico xD
Creo que hay que perderse, es la mejor parte. Cuando uno no se pierde, como tú mismo me decías hoy, poco se aprende. Un camino llano delata no la belleza de lo simple, sino lo accesible. La idea no es entregar un poema, sino transitarlo y que los lectores lo transiten, para ello debe haber camino y no simple descampado.
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